¿La España vacía está ya vacía?

La España vacía Sergio del Molino

Un libro interesante, La España vacía de Sergio del Molino, de la Editorial Turner Noema. El mismo autor dice que no es un ensayo si no una serie de observaciones y algunas conclusiones hechas sin carácter académico. Esto hace que entrar a leer sobre un tema aparentemente árido sea más fácil y que luego agradezcas el que así sea.
Escrito desde fuera pero queriendo ver dentro, es uno de los pocos trabajos que habla, sin que importe su precisión, del despoblamiento de gran parte de España.

Desde que recuerdo, y desde que se dejó aparcada la reforma agraria sustituida por la concentración parcelaria, siempre se ha estado hablando de leyes de despoblamiento, de programas y proyectos para evitar la pérdida de habitantes de los pueblos, de mejoras de las infraestructuras, de los consultorios, de los colegios, de los servicios sociales, y, ahora, de internet. Siempre las misma cantinela y con idénticos resultados.
Creo que el autor se olvida de tres cosas fundamentales en el abandono de los pueblos:
1. De la vergüenza y desprestigio de ser de pueblo, con el consiguiente epíteto despectivo de "paletos" que el mismo utiliza y que viene a ser lo mismo que llamar "pijo" a cualquiera de ciudad. Es más, la misma vergüenza, tan típica de los españoles con su sentido del ridículo, que no se atreve a hablar idiomas porque quiere hablar sólo si es con acento correcto del lugar. Y es la misma que precisamente ha hecho que los ciudadanos se vistan de chandal cuando no están trabajando para que no les llamen "pijos"
Esta vergüenza íntima está muy bien reflejada en El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina, que Sergio del Molino cita.
2. El cotilleo, tal como suena, similar y exagerado como el que en su día nos mostraba Mota en sus personajes manchegos. Las mujeres se van de los pueblos porque no quieren estar dando explicaciones continuamente de lo que hacen o dejan de hacer, con marido o sin marido. Y los maridos, parejas, etc, tampoco están dispuestos a darlas.
3. No hay trabajo en los pueblos. En muchos se ha mantenido la población gracias al tan denostado PER y que el tiempo ha dado la razón para verlo como un mal menor, sobre todo en Andalucía, Extremaduara y algunas zonas de Castilla. Te quedas ahí, en tu casa, cobrando una paga pequeña pero segura, o te vas con una mano delante y otra detrás.

Se podría añadir alguna más pero creo que no es necesario, con estas tres no hay forma de evitar, ahora, la muerte de los pueblos.
Hace treinta años, cuando entramos en el Mercado Común, la CEE, se hablaba de reducir la población activa agraria para situarla en niveles europeos, pues ya está aquí hace tiempo, y por debajo.
¿Se acuerdan cuando un comisario alemán dijo que había que arrancar los olivos y los agricultores no hacían más que plantar fincas nuevas? ¿Absurdo, no? No, sentido común. Y ese, el sentido común, es el que ha habido siempre en los pueblos, tanto para irse como para quedarse.

Me parece un libro magnífico que da mucho para pensar, con un montón de citas para estudiar poco a poco y comprender dónde estamos, de dónde venimos y adónde vamos. Recomiendo su lectura a todo el que se sienta de esta España porque se identificará en muchos aspectos y a los que no para que la comprendan un poco.

Solo en desacuerdo con un par de aspectos. Para mí el paisaje que se ve en los pueblos y entre los pueblos es maravilloso, único, excepcional, que solo he visto similar en Jordania y por fotos en Irán. Su belleza es la de los países secos, variables, casi impredecibles, con la consecuencia de una variedad de plantas y animales única, imposible de otra forma. Son muy bonitos los bosques de robles, de hayas pero también lo son los de encinas, y los matorrales, y los barrancos con cuatro zarzas que nos encantan cuando dan moras, o los tomillos que dan aroma a los paseos o las tardes de lluvia en el verano reseco. Y los charcos de ranas y las lagunas y labajos que se llenan cuando llueve. Todo eso es una maravilla que tenemos y que podemos disfrutar. Y se disfruta conociéndola, porque así se la empieza a apreciar. La España vacía también está muy llena.
El segundo aspecto es el que siente uno si es o no es de la España vacía, cuando se pasa el día mirando las enormes nubes que crecen en el cielo y al final solo caen cuatro gotas y piensa, por qué no ha caído hoy aquí como se preveía. A ver mañana.

Paisaje de la España vacía

1 comentario:

  1. ¡Mucha suerte con los premios! Yo también adoro escribir y comparto libros, reflexiones y más en mi blog. Aunque va por Solidaridad, hay mucho de literario. Aquí lo dejo. Gracias.

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