Los pazguatos son aquellos que viven dentro de su nebulosa idológica y descalifican todo lo que no esté dentro de ella. Siguen sus medios de comunicación para crear su opinión y, cuando la tienen, arremeten contra aquello que les orientan como si fuera opinión propia fruto de grandes reflexiones. Disponen de un argumentario que les protege de las opiniones distintas, de tal manera, que a base de sus prejuicios, intentan convencer en vez de hablar o discutir sobre cualquier tema o situación. Sustituyen los hechos por los pensamientos preconcebidos, por las consignas de su mundo al que supuestamente pertenecen acríticamente. Son tolerantes pero solo para los de su grupo. Admiten el escándolo, la provocación, la procacidad, el insulto, la befa y la denigración pero solo para los de su grupo. Viven dentro de lo políticamente correcto y no se expresan sin antes saber qué opinan sus directores espirituales.
Igual que las gallinas arremeten contra la gallina herida hasta matarla, así hacen los pazguatos con sus compañeros cuando se salen del orden establecido o con sus rivales cuando encuentran el motivo para atacar, el pecado, el fallo, la herida donde picar hasta hacer sangre y seguir picando hasta matar.
Los pazguatos son fáciles de encontrar. Son los que nunca admitirán que Aznar hizo algo bien y los que nunca admitirán que Zapatero también ha hecho algo bien.
Hoy le ha tocado a Sánchez Dragó, ayer le tocó a Jorge Javier Vázquez
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